Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Viaja ligero si quieres llegar lejos: la felicidad.
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Cree en ti mismo: la creencia precede a la evidencia.