Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Cree en ti mismo: la creencia precede a la evidencia.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.