Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.