Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Las canas son sabiduría que se desborda.
Los ojos de Ella eran de esos que parecían poseer un pedacito de infinito
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.