Flores.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Mi abuela solía decir: “Gato escaldado del agua fría escapa”. A mí me gusta añadir: “Humano escaldado
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Las canas son sabiduría que se desborda.