Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Cualquier domingo anónimo cojo y me atrevo a salir de casa con el nombre puesto…
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.