Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,