Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Las canas son sabiduría que se desborda.
Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
La débil dedicatoria que le dedico… para hacerlos míos se está desdibujando entre ojeras desgastadas y lírica… y se está volviendo ilegible
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.