Como un león
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Cualquier domingo anónimo cojo y me atrevo a salir de casa con el nombre puesto…
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.