Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Llamad a Iberdrola, es urgente, la mayor cantidad de vatios y neón la dedican a marcas registradas y carbón para niños malos
Vamos con prisa para llegar más rápido a ninguna parte.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Los ojos de Ella eran de esos que parecían poseer un pedacito de infinito
La procesión va por dentro, no por teatro.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía