No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
Llevan las medias negro melancolía: como el corazón.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.