La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Al final podré perecer petrificado por perder un pulso de miradas
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Cree en ti mismo: la creencia precede a la evidencia.