Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.