La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Llamad a Iberdrola, es urgente, la mayor cantidad de vatios y neón la dedican a marcas registradas y carbón para niños malos
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Cualquier domingo anónimo cojo y me atrevo a salir de casa con el nombre puesto…
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.