Envidia.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
No te dejes engañar: las sonrisas de verdad pueden atravesar hasta las mascarillas más opacas.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Más vale poco si es honesto y genuino que mucho y falso.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.