A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Los ojos de Ella eran de esos que parecían poseer un pedacito de infinito
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Uno mendiga, muchos mirando el móvil: falta compasión.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas