Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Antes de empezar, vigila tus deseos: hay que ser digno.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.