Feliz año.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio