El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
Quien no tiene memoria necesita cicatrices. Quien no tiene historia necesita tatuajes.
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
No hay momento más letal que cuando la tóxica quemazón de la decepción se te hace familiar.
Sin publicidad, sé una buena persona: he aquí el secreto.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Humano guarda secreto de sumario: llora por dentro.
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.