Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
No te preocupes, deja que la vida ocurra como ocurre la vida misma: orgánicamente.
El prosaico patriotismo de la pila de platos sucios de la cocina no está patrocinado por ninguna puta compañía
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.