Elías De La Cera

Laura Villaro

De aquella heroína enamorada
con el vulgar nombre de María,
no bastó su valentía
ni la firme mano ensangrentada
 
que también curaba delicada
las heridas del héroe que moría
y a los dos los consumía
un fulgor de abatimiento en la mirada.
 
En este otro desierto
hostil, opaco y turbio
no hay otro milagro cierto.
 
Sobre la vileza
de este sórdido suburbio
se erige franca tu belleza.

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