Dos enamorados nos miran fijamente
desde el fondo de un espejo roto y olvidado.
Ese espejo es el arte que aún deteriorado
perdura, se pierde y se encuentra infinitamente.
Como rayos oculares enarbolados
esas tenues miradas inocentes
nos miran con ternura indiferente
porque somos iguales, nada ha cambiado.
Caerán imperios al arbitrio del destino,
pero un panadero puede salvar mundo
sin saberlo. Guarda la tradición en lo profundo
de su gesto cotidiano. Y ella escribe versos latinos,
plagios de Virgilio o poemas de amor, da lo mismo.
Cuando alguien nos mira así nos salva del abismo.