Ahí voy nuevamente
castigado por agujas,
como llegado de guerra,
cansado, hastío
ante los diarios y
el tumulto en la estación.
El espíritu del café
desenreda pasiones,
deambula los sentidos
equilibrando el trastorno;
vago calienta mis manos
sostenidas y macilentas.
Compenetrado,
aniquilado por el tiempo,
velando la integridad;
busco el sostenerme
de dos piernas ante este día
grávido y selenio.