He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Querido, “hubos” hubo muchos pero no fueron tuyos. Pero “ahoras” sólo hay uno y te pertenece.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
La nueva normalidad solo dejará de ser nueva cuando vuelva a ser normal.
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
Las canas son sabiduría que se desborda.
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Sol, gracias por levantarte todos los días e iluminar a los habitantes de la Tierra: ingratas hormigas que van a la car…
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo