En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
La atracción de la luna siempre me pareció aterradoramente atractiva: como una buena mujer.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
A lo mejor es bueno crearse una rutina de romper la rutina diaria y marearse en la noria. A lo mejor tenemos que ser fuertes
La vida se bebe a sorbos breves: como un buen vino.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Caído una vez, levantado otra vez más: así es la vida.
El cuerpo que te ha tocado es el resultado de una lotería que no has jugado.
Las canas son sabiduría que se desborda.