Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
Mientras tanto, la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
El bus veinte va como si no quisiera llegar al final.
Hazlo o no lo hagas: no hay propósito alguno que te haga triunfar.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Después de muchas vueltas y algún que otro tropezón, te das cuenta: no es la cabeza quien recuerda, sino el corazón.
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Las canas son sabiduría que se desborda.
A veces, el fuego se enamora de todo lo que toca. En esas veces y solo en esas el destino, lejos de ser desatino, es justicia poética.