Miguel Ruiz

Déjame morir

Antes de que muera

Olvídate de mí. Déjame morir
En tus sueños y en tu mente
Ya no me evoques ni nombres
Me iré apagando, despacio
como el tiempo se va
sin aviso, deslizante,
sin percibir que mi deseo de morir
es también permitir tu partida.
No tenerte tan presente,
que seas la primera en mi mente
cuando río, lloro, crezco o caigo,
cuando quiero compartir,
cuando imagino el mejor vivir.
Sin nosotros no hay vida posible,
no hay amanecer, ni cafés,
ni buenos días y mucho menos
buenas noches, de amor, de piel
de suspiros que se vuelven jadeos
de gritos ahogados en un apretar las sábanas,
la cara contra la almohada,
de enterrar mi nariz en tu pelo
para respirar tu alma,
para encontrarme en ti, de nuevo,
para sentir de verdad tu ausencia
la falta que me hace tocarte
por primera vez, como si ya no fuera
a tocar nunca más, nada.
Como si la muerte me alcanzara
justo al tiempo en el que por fin te hallara,
besara, mirara a los ojos y me reflejara
y allí la viera parada, detrás de mí,
su filosa mano en mi hombro
tirando de mi anhelo, de mi deseo
sonriendo triunfal, corroborando
que con ella no se puede, ni se juega
y que si no quiso la vida que te viera
la muerte me lleva, sin remedio...
Olvídame antes de que todo pase.
Déjame morir así, en tu corazón,
lejos de ti, sin dolor,
como mueren los recuerdos
de una inocente niñez

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