Poema de adolescencia
Y está desocupada. La casa. Solo tú la habitas (tal vez Vela Zanetti, como Apeles, esté tras su mural). Y tiene el cuerpo de Balzac, mas no los fines. Y me ha tentado meterme y habitarla.
Aburrimiento. Sol. Aburrimiento y sol. La casa. Y ventanas rotas. Y cristales esparcidos. Y polvo inmovilizado por el tiempo. Y el calor interior, como una esfinge. Y rotos: escalas, mobiliarios, petacas. Y sin embargo, me ha tentado meterme y habitarla...
Tu casa. Yo, viandante, la necesito. Y lo que existe en ella: sosiego, desprendimiento, la esperanza, la fuerza inenarrable, tus senos opulentos...
Oh Divinidad sin nombre, sin forma, sin límite: habla por mí, como hablas por los bosques y las semillas, por los ojos de los recién nacidos, por la forma que toma el agua al ser amada...