Poema de adolescencia
Actúo y me reprendo, peco y viene el arrepentimiento a la conciencia… el juez que soy yo mismo da senten… que o castiga o advierte o reconvi… Y al par, en la defensa, me declar…
Tus versos exquisitos, libres de ruido y fleco, vertidos en el aire flotan como los rezos de las ancianas, como
Contra el salitre de este mar neru… o frente al galpón repleto de luce… evadíamos el tedio —su sable— tú con tu sueño largo encallado en…
Yo lo sé y aquí todos lo sabemos. Quizá otros lo han sabido y sentido y dolido El tiempo ha sido—en todo tiempo—
—El reloj gobierna las cosas, este… El reloj detiene la puerta, los de… El reloj entierra lo que su esfera choca. ¡Helo! Cuatro cuadrantes...
Voy hacia ti como el río que ya no… Nada queda de mí sino un temblor s… un rizoma desnudo y un himno sin l… Ya no soy. ¿O sí?
De ese cuadrado azul cuelga una ro… Y una curva, y un arco, un infinit… (el ojo de los cíclopes los sostiene con vuelo suspendido)… La rueda de los sueños gira, gira;
—Voz como de muerto, voz de Lázaro resucitado. Como una cadena,
Cuando tú llegas rompen las puertas sus prohibicion… los espacios se ofrecen para que l… y la casa —silencio
Por amor, el conde niño es niño y pasó la mar. ¡Tintura, tela, papel: el niño pasó la mar! Va a dar agua a su caballo,
Hurgándote en la tibieza de un grueso microscopio sacándote
Y está desocupada. La casa. Solo tú la habitas (tal vez Vela Zanetti, como Apeles, esté tras su mural). Y tiene el cuerpo de Balzac, mas no los fines. Y me ha tentado meterme y habitar...
El aullido se adentra y fosforece punza la oscuridad (se vuelve el r… el aullido luminoso y estridente el aullido Rompe el cerco la posición del pie
El secreto del número –el través de todo lo mortal o aparecido– ha sumado ha restado ha dividido desoyendo las leyes de Moisés Como grupo juntaron treinta y tres
Vives aquí. Estás plantada —árbol que en los albores del mund… en el más amplio salón de mi memor… En mi memoria duermes y en mi memo… cada tarde, ligera.