Hijo, he aquí un hallazgo que te recomiendo no pasar de larg… ni olvidar: los humanos son bien lentos en dar… mas raudos cual rayo en recibir.
Tu forma de diábolo, de reloj de arena tu perfil, contra mi alma de león y mis dientes de marfil.
El mundo es infinitamente complejo… hay infinitos matices entre el bien y el mal, así como infinitos tonos entre el blanco y el negro.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
A lo mejor es bueno crearse una rutina de romper la rutina diaria y marearse en la noria. A lo mejor tenemos que ser fuertes
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Vístete de aire, de brisa y ven a verme.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
No sé a quién busco aquí, Padre: si lo estoy buscando a Él o me estoy buscando a mí.
El burdo burdel de El Llano ya no ofrece masajes a cuatro manos.
Plantamos flores para cubrir las grietas en el corazón.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
¿Qué se supone que debe uno pensar si cuesta más leer y aprender de los fallos de los demás que beber y cometer los propios?
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.