No soy ningún –ista ni practico ningún –ismo: sólo soy un artista que piensa por sí mismo.
Voy a lanzarme a ver si existo: sin perdón, sin excusas, sin permiso.
Las aceras siguen siendo ilegibles libros de pies cuyas páginas se revuelven al son del insomnio
Pájaro nunca voló: le dijeron que no podría y se lo creyó.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.
Se oye un sepelio por los muertos por dentro: vida sin ganas.
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Detrás de esta sudadera desgastada y deshilachada guardo este acariciado, áspero y moribundo mundo. Detrás de esta cara de charlatán
Irrelevante: cuando nadas en el mar, la lluvia da igual.
Sol, gracias por levantarte todos los días e iluminar a los habitantes de la Tierra: ingratas hormigas que van a la car…
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Mientras el otoño llega y las hojas se tornan amarillo, yo me torno carajillo y me bebo,
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Así como no todo aquello que mide la hora es un reloj, no todo aquel