Cuando descubrió su sonrisa, comprendió el misterio que habitaba en él desde hacía mucho tiempo. Se reveló al fin su secreto. Ella acababa de salir de una concha. Ella estaba hecha de espuma de mar, y del viento soplado por las nubes. Él no lo sabía, pensaba era semejante a él, pero la verdad era que no; Ella era una Diosa, Ella era inmortal, era sirena, era bruja, cielo, tierra, lluvia y sol. Era inalcanzable, y por tanto, la hacía más bella, más dulce y seductora, un tanto más perfecta. Y él lo sabía, pero no por ello se limitó. Se desnudó para agarrar valor, se dirigió a ella y justo en el momento en que la besó, cayó tendido a la arena, cerró los ojos, quedó estático, llegaron las olas del océano, lo arrastraron, y una eterna felicidad se lo tragó al fondo del mar.
VDL