Ha amanecido diferente:
La calidez del hogar ha descendido a bajas temperaturas, a pesar de ser el escudo de allá
afuera.
Me he dado una ducha bajo el temor de que las gotas se vuelvan un estruendo de paredes y
ventanas cayendo. Me he apresurado a meterme bajo la ropa más cómoda que tengo, pues la espontaneidad de la tierra no esperaría a que termine de atar una
última agujeta.
He salido de casa asegurándome varias veces de que la puerta haya quedado cerrada... así
como las esperanzas de volver a ella y de encontrarnos bien.
La calle nos muestra el llanto del cielo y la oscuridad de la paz del pueblo; los “buenos días”
se expresan a través de la sonrisa de alegría por encontrarte, ocultando la implacable mirada
ansiosa llena de pánico por no volver a verte jamás... a pesar de nunca haber coincidido
por aquella ciudad.
Ha amanecido diferente, pues no hay calma en el temblor de mis manos.
La monotonía se ha vuelto sinónimo de armonía; me he levantado con la esperanza pegada
a la frente, aún con los lentes oscuros que me impidan ver su recuerdo.
La calma ha ganado la lucha contra el miedo al despertar; sin embargo, el enemigo no ha
tardado en esconderse bajo las pupilas.
Ha amanecido y el recuerdo en las noticias es latente; esta vez la ducha ha sido
reconfortante y aislante para el nuevo día; con anhelo y alegría he puesto cada gota de mi
maquillaje, inclusive sin importar la demora del tiempo. Esta vez he atado hasta la última
agujeta de mis mejores zapatos.
Hoy los “buenos días” vuelven en la hipocresía del pueblo, aquella que me alegra y me
recuerda que la monotonía se convirtió desde entonces en sinónimo de alegría.
52 minutos para recordar sus detalles, aquellos abrazos y el frío envolvente bajo el sol que
radiaba con intensidad; para recordar el llanto espontáneo que regresó a la vida a todo
aquél que dormía.
Hoy recuerdo el miedo en su sonrisa, el nudo que tantas veces quebrantó mi voz y a mi
pecho que fuerte latía, exigiendo certeza y compasión.
Hoy no ha amanecido diferente, pero han pasado 365 puestas de sol, y aún tengo miedo.