Cynthia Osorio

Crónicas de la mañana

Ni el sonido del motor me quita la tristeza.
 
Estacionada afuera de la oficina postal
veo lo que fuimos,
lo que –no– somos,
lo que pudimos llegar a ser.
 
El rojo del semáforo hoy no me dice nada,
los camino están vacíos,
aún teniendo el Mustang a mi lado.
 
Una lágrima al volante,
y la playlist sigue en aleatorio;
hay guitarras en el fondo,
suena Creed.
 
Mi partida está en automático,
he llegado a mi destino,
                   tú no estás aquí.

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