Cuerpo, que vas hollando las violetas
de las cosas humildes y secretas
y sintiendo con una despedida
el perfume del árbol de la vida,
sereno vas con la ambición quebrada,
sereno vas... ¡y cuánta cosa ansiada
que ya no ansías! y por eso amigo
mío, me das consuelo y te bendigo.
¡Oh, cuerpo mío, casa silenciosa,
donde la vida pasa, silenciosa
como un leve suspiro!
¡oh, templo de penumbra y de plegaria
noble mansión de un alma solitaria,
como a un castillo en el confín te miro!