Seis años llevo con la misma suerte...
Quiero salvarme del doliente estado:
mando a mis ojos que no quieran verte;
¡los ojos suaves porque te han mirado!
La vida en vano me ha labrado fuerte
para dejarme a mi memoria atado...
No más por ti la voz se me despierte;
¡la voz que es suave porque te ha nombrado!
Nada me dice que llegó el momento,
(en que me mires con piedad amante)
que en tanto tiempo he imaginado tanto.
¿Y qué haré entonces con mi gran tormento
Pensar que llega mi postrero instante
que en tanto tiempo he imaginado tanto.