II
“El término a que voy ciega y altiva
no me sabe advertir, ni yo me advierto:
sólo para morir la cosa viva
halla elocuente la mudez del muerto.
Y mi fugacidad el ansia aviva,
como es más hondo y grande el beso oferto
a punto de partir, así despierto
de súbito febril e imperativa.
Mi ceguera alargaba mi paciencia,
y hoy la vista del fin inflama urgencia:
ya no espero en silencio: quiero verla.
Y pues que he de morir en plazo breve,
la sola voluntad que me conmueve
es el ansia sin fin de poseerla”.