Muda está la oración, como suspensa
de secretos que nunca tendrán voz.
¡Lánguida y resignada tarde inmensa,
prolongada de adiós!
...Y con una pereza dolorosa
bambolea un ciprés su copa grave
como negando sin cesar... ¿Qué cosa
vale la pena de algo en este suave
momento disipado en seda y sueño?...
Muda está la oración y la mirada
muda, la reconoce compañera.
Sólo aquí dentro, solitario dueño,
la Memoria de espinas coronada
habla al Silencio y solitaria espera.