La muy pobre fortuna que deploro
es de un valiente contendor esclava:
una felicidad pasada clava
en la desdicha actual su lanza de oro.
Me empaña con su gracia azul el lloro
la sonrisa que antaño contemplaba.
Poca es la saña de la suerte brava
cuando el recuerdo es el mejor tesoro.
¡Engañoso consuelo! porque en vano
piensa en el dulce hogar el que lejano
siente en comarca hostil, hostil el frío...
Mas cuando no recuerdo todo pierdo.
Yo soy lo que viví; y es el recuerdo
lo único que puedo llamar mío.