Como es de amantes necesaria usanza
huir la compañía y el ruïdo,
vagaba en sitio solo y escondido
como en floresta umbría un ciervo herido.
Y a fe, que aunque cansado de esperanza,
pedía al bosquecillo remembranza
y en cada cosa suya semejanza
con el ser que me olvida y que no olvido.
Cantar a alegres pájaros oía
y en el canto su voz no conocía;
miré al cielo de un suave azul y perla
y no encontré la triste y doble estrella
de sus ojos... y entonces para verla,
cerré los míos y me hallé con ella.