Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
He aquí un hombre que se murió sin miedo a mirarse por dentro.
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Dejaremos de complicarnos la vida sin sentido el día que nos llamen simple y nos parezca un cumplido.
En efecto, yo –como cualquier elemento– lluevo lo que llevo por dentro. De hecho,
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
La paciencia es la damisela que más se hace esperar y nunca termina por llegar
La vida, qué ironía tan bella, termina siendo lo que pensamos de ella.
Tu sonrisa es un soplo de aire fresco. Un pliegue de origami que desorienta.
Qué cruel es la torre Eiffel: unos días me quiere, otros también, aunque no me lo dice.
Mientras tanto la gente intenta descubrir una forma de cubrir su carne desnuda que no se diluya