La niña solitaria continúa recorriendo de noche las calles oscuras por donde sólo transita la luz de la luna. Continúa meciéndose en las estrellas, llorando la pérdida de una astro fugaz que pasó para jamás ya volver... llevándose todos sus sueños e ilusiones, los recuerdos que alguna vez fueron pétalos delicados de una niña inocente y dulce. La niña solitaria sigue tratando de alcanzar la luna sabiendo que nunca la podrá tocar, sigue tratando de imaginar lo que hay detrás de la luz, en el lado oscuro del corazón, sabiendo que posiblemente lo que allí habite no sean más que sombras y espíritus. Llora sin que nadie la escuche, incluyéndose a ella misma. Grita desesperada deseando poder escuchar su voz. ¿Qué sonidos tendrá? ¿Qué notas alcanzará? La niña solitaria sonríe sin poder reír y salta sin poder llegar. Se mantiene despierta todas las horas hasta que la noche se deja caer sobre ella y la madrugada es quien la termina aplastando, convirtiéndola en polvo. La niña solitaria ya no existe, pero sigue meciéndose en las estrellas. Quizás esta vez sí sea capaz de alcanzar a tocar la luna.
VDL