Mientras todo el mundo dormía durante una noche en la que arremetió la lluvia todas sus horas, un hombre y una mujer se encontraron en mitad de la oscuridad y a mitad de la madrugada. Cada uno, en su propia soledad y tristeza, paseaba por callejones que no los llevaban a ninguna parte, o eso creían ellos, pues fue en uno, quizás en el más angosto de todos, que pudieron encontrarse ambos de frente. Sólo entonces aceptaron su destino. A partir de aquel momento, la lluvia no pudo escampar ya, y aunque su amor duró únicamente seis meses, jamás volvieron a pasearse solos de noche a mitad de la madrugada, del frío, del silencio, a mitad del amor, la vida y del sueño. Habían aprendido que en la oscuridad uno nunca se encuentra solo, por más soledad que se sienta. Tenían la lluvia por siempre, hasta el final de sus días.
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