Aún me llega el murmullo del mar, desde lejos, las olas viniendo a través de eco. Aún me llega su brisa, su canto, diciéndome en secreto que pare mi llanto. Escucho aún aquella misma melodía que me hacía soñar y me hacía sentir un impulso incontrolable de irme a empapar en sus aguas. Nadar. Sentir la frescura y el aroma de la libertad. Aún me llega el sol, el olor a té y el recuerdo de aquellos días. A lo lejos, también, la tenue risa de unos niños que juegan a ser hombres y el suspiro largo de los hombres recordando fueron alguna vez niños. Todo parece irreal, difuminarse conforme avanza el tiempo. Quizás esto no es más que un sueño. Quizás nada fue. Quizás todo es.
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