Descarnado del esfuerzo, de entregar
sueño, sangre y tiempo, lágrimas de valor
para alimentar futuro e ilusiones
de los suyos.
Algún día, inesperadamente
se reunirá el coraje, el tesón
de compartir responsabilidad en hombros
de nuestra gente, de cargar con nuestras piernas
el dolor de plantas descarnadas,
de siglos de injusticia, de inmensa inequidad.
Comprender que si las ampollas son de mis manos,
si la sangre que nutre nuestro maíz, se riega
con pasión, que si la lucha, la vida y el amor
permanecen al pie del cañón
la fuerza y la libertad serán nuestras,
tomadas por derecho propio, cobradas con creces injusticias.
Levantándose antes del amanecer
tarareando al alba, con pesares laboriosos
que dan forma, vida y fuerza a su alma.