Cuando el cielo se convierta en piedra
del vacío universal,
las estrellas se transfiguren
en ausencia de materia
y nuestros ojos sean algo más
que polvo cósmico.
Se crearán vocales, disonantes,
nuevos alfabetos cuneiformes,
asombrosas renovadas lenguas muertas,
más amorosas al oído que cualquier soneto
eterno de elegía al ser amado.
Fluirán ríos de tinta a fuego,
en el reinicio de los tiempos,
serán destruidos los idiomas
y nada, absolutamente nada
jamás permanecerá.
El cantó de las aves será un sueño,
el llanto de los ríos, contado en glifos
de eones antiguos, un desvarío
de verborrea vacía, sucumbida en arena.
Solo entonces, las vocales de tu nombre
serán destruidas, consumidas por la eternidad
por las leyes infinitas, surgirán nuevos cantos,
nuevas lunas, nuevos soles.
Renacerán en quien sabe cuál,
quien sabe donde, nuevos sufijos
que describan al amor de dos
convirtiendo su materia en fusión.
Solo entonces será cumplida
la profecía desconocida,
del final de las ideas, habrase consumado
el fuego fatuo de la lírica, finiquitado sea.
Quedará grabado en tiempo sin tiempo
en amorfo espacio ; predigo ante el universo muerto:
el amor será el ciclo único superviviente
el idioma eterno, el porvenir de las palabras.