Si tuviera un canto, para no morir ahogado
y correr libre como una cierva,
salvaje sobre el musgo en primavera.
Como un río calmo para no morir
en mi propio cauce de sed,
sin ataduras de mi pensamiento,
como gota de rocío desaparecer al viento.
Si pudiera ser tiempo, para no sufrir
ni en mis propias lagrimas fenecer,
y tener alas infinitas, carentes de atadura.
Sin andares de mi desaliento,
volcar mi sangre sola de un tirón,
no pasar inadvertido al soliloquio,
acto carente de sentido de la vida sin razón.
Existir, ser más que un chiste sin aliento
una verdadera historia un corazón latiente,
memoria vacía, cuál ceniza amontonada.