La pasión divaga entre dos labios,
hace metamorfosis en medio de dos sexos,
se transfigura en brasa rebosante de delirios,
camina a pasos de ciego saboreando con las manos.
Se apodera de la mente,
a paso sigilosa,
cual daga hiriente,
sugerente de hermosura.
Encuentra nido en las miradas
cauteriza con besos de sudor salado;
muerde alma, carne, aliento
se apodera de su llaga.
Fugaz, estrella titilante,
cursa cielos de placer y de tortura;
abandona solitaria su llama incandescente,
para morir en llanto: de sangre y fuego embravecida.