Casta de poetas escribiendo con sudor
del hombre camino y destino, alimentado
con sacrificio de sangre, su manos llagadas,
regando con su vida la tierra ajada.
Regalan hálito de vida al prójimo
semilla a fruto, corazón al cielo,
y cruelmente dejados al olvido.
La lluvia es su plegaria escuchada,
naturaleza divina que reverdece,
al compás de la siembra y la cosecha
atesorando fruto, flor y vida.
Más valiera enternecernos con su canto,
antes del alba dando pasos de azadón,
a ritmo de fogón cargado de atardeceres.