Perdidas del sentir
¿Cómo has estado?
¿Que has hecho ahora?
¿Me extrañaste?
Guardaba en la muñeca de mi brazo izquierdo una pulsera roja de hilos que hacía juego con otra color negro que tu portabas.
Tenía tiempo que no te veía, pues la ultima vez las cosas no salieron bien, eramos jóvenes y en lugar de formalizar un compromiso creímos que comprar una pulsera en el mercado era buena idea como símbolo y pacto secreto del amor.
Era una bobada.
Luego de situaciones hirientes y un mal cierre, ver que la conservabas y sentir en mi brazo que aun la tenía, se calmo mi alma.
Un pacto secreto y un juego solo de los dos que si nos ponemos a profundizar y romantizar hasta lo mínimo.
Era al menos, para mi; una muestra contundente que guardabas un pedazo de la historia y conservabas cariño a mi persona usando tu pulsera.
Entre amantes el reloj tiene un ritmo distinto al de la vida cotidiana, pues el sentido de urgencia permanece y solo se desvanece cuando nos abandonamos, así la vida vuelve a tomar su frecuencia natural, se apacigua, se vuelve tranquila y me atrevería decir que un poco aburrida.
Meses atrás había leído un fragmento de una canción que después tu me enseñaste; sobre la intensidad del amor y su relación con el odio.
(Creíamos que era mejor ser odiados a ser olvidados por el otro)
Terminar me obligaba a herirte de alguna manera
Entonces; ¿Cómo justificas el amor que sentí? Si a pesar del recuento de los daños, mi corazón no era capaz de sentir tal emoción como lo es el repudio, el desagrado, odiarte.
Y mi cuerpo no encontró ni fuerza ni motivación para regresarte el favor.
No.
Como se puede describir un amor, tan grande que a pesar de la herida, busca remediar.
Y que no se malentienda este texto, no se atribuye a algún tipo de dependencia emocional como viene diciendome mi psicologa hace meses.
Pero en el fondo uno se encapricha y más cuando se trata de emociones tan grandes como el amor, cuando sientes incluso en el ambiente el placer y flujo de la vida por la presencia de la otra persona.
Fui tu hotel
Tu alivio
El respiro que tanto necesitabas
Un alivio con deseos de permanencia.
Un amante regreso al tema del tiempo; siente la urgencia de manera vivida, como una herida abierta que no tiene ganas de sanar.
Puedes ver un lugar, un destino, probar alguna comida o bebida, escuchar una canción o fantasear con el futuro y es casi automático reconocer la cara de la persona que se ajusta perfectamente a esos deseos, a esas experiencias a esos futuros recuerdos.
La emoción y la angustia se vuelven amigas cuando se trata de esto.
Que putas ganas de seguir esos ritmos apresurados de vida
Que ganas de tomar el celular y pedirte ayuda con alguna excusa tonta y corras al encuentro y de pronto te des cuenta que fue mentira y que solo era mi desesperación por verte.
El impulso ha sido un factor que nos ha dado las mejores experiencias de un año y medio que han sido equivalentes a 20 años de una vida plena.
El gran dilema es:
¿Cómo se puede sostener una relación que requiere de esa adrenalina y al mismo tiempo que sea permanente sin morir en el intento?
Las subidas y bajadas me han dejado un poco más flaca, con terapia los jueves, y bueno a ti comprando despensa los domingos y lidiando con las plantas del balcón, viendo fotos mías en la noche para dormir y un silencio que ensordece en la vida de los dos, resultado de la ausencia.
Parece irónico que los libros de superación personal digan disfrutar el hoy sin importar el mañana y existan otros que te adviertan sobre el sacrificio del placer inmediato que aseguran dar beneficios a largo plazo.
Una putada esos libros que solo me dan mas dudas.
La vida hoy no me deja amarte como quiero, miedo me da perdernos en la escencia, pero si nos encontramos
te volveria a preguntar
¿Cómo has estado?
¿Que has hecho?
¿Me extrañaste?