poemas para un corazon roto
Flores silvestres.
Cubiertas de rocío en sus suaves pétalos llenos de polen.
Espinas en el tallo como protección y vivos colores que invitan a la tentación.
Rosas.
Las mismas que dan en San Valentín y en los funerales
Distinción en su tintura y armoniosa esencia.
Flores divinas que duran unos pocos días.
Que al final de la vida; el rojo vivo que las enaltecía, se convierte en el más oscuro de los vinos.
¿Qué fue, falta de agua? ¿Falta de sol?. Si el ramo era precioso.
Al fin de unos días todas las rosas se van a la basura.
Rosas marchitas, ya sin vida, sin propósito.
Recuerdo como todas brotamos en césped o pavimento.
Y así como podemos vibramos en colores y aromas.
Pero el amor es nuestro veneno.
Obsequiamos el polen.
Nos despojamos de nuestras raíces.
Le regalamos nuestra vida a quienes amamos.
Nos marchitamos.
Y nos marchitamos porque olvidamos nuestro riego, nuestro sol, nuestra propia vida.
Olvidamos la fotosíntesis por dar a quien más queremos.
Damos sombra aunque se quemen nuestros pétalos.
Nos Quitamos las espinas para no herirlos, quedándonos indefensas y sin protección.
Creemos inocentemente que el amor nos alimenta y cuando nos damos cuenta perdimos color, perdimos vida y al final acabamos perdiendo el amor, acabamos siendo comparadas por flores más bonitas.
Ayer a las 11:00pm frente al espejo, me daba cuenta de que algo en mi, no estaba bien.
Veía mis pestañas chiquitas, los ojitos sin brillo, la piel rugosa, había perdido la complexión que tanto me gustaba, mi cabello hecho una maraña, los dientes amarillos y sin sonrisa en la cara.
Me veía y lamentaba el por qué me estaba perdiendo, ¿Quién era ella? ¿Donde quedó esa niña que iluminaba? .
En mis intentos me arregle, hice lo mejor que pude pero por dentro me sentía
así, marchita.
Al poco rato recordé que ya nadie me decía que me veía bonita, nadie se emborrachaba viéndome los lunares y las pecas de mis brazos, cuando me di cuenta de que solo fui temporal, solo fui como esos ramos que quieren cuando acaban de ser armados y adornados.
Pero ahora marchita ya no había nada que ofrecer.
Hoy caminando a mis pies me tope con la misma flor que imagine, marchita, en una banqueta, alguien la había dejado ahí.
La tome con amor, y en sus turbios colores belleza encontré.
Fuerza recupere, para volverme a plantar
Para enraizarme fuerte a mi.
Con espinas que no se caen solo al tocarlas
y con pétalos tan hermosos que nadie quiera arrancarlos.